Llegó el día. Breaking Bad, la exitosa serie de televisión de la cadena AMC, creada por Vince Gilligan, ha llegado a su esperado fin. El episodio final titulado 'Felina' (un anagrama para "finale" y también una referencia a la letra de la
canción de Marty Robbins que escuchamos en la primera escena del episodio) se transmitió el pasado domingo 29 y con ello la aclamada serie se despidió de sus fieles seguidores. Hace más de un año me dejé convencer por las excelentes críticas que leí acerca de la serie y desde que empecé, desde el episodio piloto, quedé atrapado. A medida que avanzaba en su historia, la calidad no decaía y continuaba teniéndome pegado a la pantalla con ganas de más. Adictiva como la metanfetamina que cocinaban los protagonistas. Pero todas las cosas ("malas") deben terminar, como rezaba el
slogan de los últimos episodios, y todo el viaje que hemos emprendido como testigos de la transformación de Walter White nos ha llevado a este momento.
Gran parte de lo que sucede en 'Felina' era predecible, es verdad. Después de todo, ya habíamos tenido dos
flashforwards en donde se nos mostraba a Walt comprando la M60 y recuperando la ricina. Como quedaron las cosas en el capítulo anterior, 'Granite State', sabíamos que Walt regresaría a Albuquerque y que se enfrentaría a Jack y sus secuaces neo-nazis. Sabíamos que debían morir y que Lydia y Todd debían morir e incluso sabíamos que Walt moriría, si no por el cáncer, en un duelo final à la Scarface. Inevitabilidad; llegados a este punto, las cosas no podían darse de otra manera. Gilligan lo había anunciado en una
entrevista: a veces la mejor sorpresa es que no haya sorpresas.
En ese sentido, el final es un buen final, pues es preciso y hace lo que los finales deben hacer, es decir concluir la historia y atar todos los cabos. Si lo que querías era un giro inesperado como esos a los que la serie nos tenía tan acostumbrados al finalizar cada temporada, te equivocabas, pues te olvidabas de que este era el final definitivo. Aun así, hay algo en este final que, para alguien que perdió la fe en el protagonista hace dos episodios, no termina de gustarme. Sí, durante las cuatro primeras temporadas y los trece primeros episodios de la quinta, yo creía en Walter White. No sé exactamente cómo ni por qué, pero me había dejado persuadir por su narrativa, su versión de las cosas. Quería que se salve cuando se encontraba en situaciones peligrosas. Quería que mate a los "malos" y le perdonaba cuando tenía que matar a algún "bueno" porque... Porque todo lo hacía con buenas intenciones y a veces simplemente tienes que sacrificar ciertas cosas para lograr tus objetivos. Odiaba a Skyler y a Marie e incluso tuve un serio conflicto moral cuando Hank empezó a perseguirlo, porque no estaba seguro de quién hacía lo correcto. Pero, de eso se trataba la serie desde el principio, ¿no? Ponernos en una posición difícil a medida que el personaje evoluciona y se vuelve cada vez más malo. Bueno, para mí casi nunca fue difícil. Walt era un ídolo, un genio, alguien a quien admiraba. Todo eso hasta que vi 'Ozymandias' el episodio #13 de la quinta temporada.
Ese es el momento de la caída de Walter White, a.k.a Heisenberg. No solo pierde su dinero y su familia, todo por lo que alguna vez trabajó, la razón por la que hizo todo lo que hizo. Me perdió a mí como fan y estoy seguro, o al menos eso espero, de que perdió a muchos más. Quien haya podido seguir viendo a Walt como antes después de ese episodio tiene tantas emociones como Todd (si saben a lo que me refiero). El episodio es devastador y en muchos sentidos es la retribución de cada decisión tomada por Walt a través de la serie: finalmente cosecha lo que sembró. Hank muere a manos de los neo-nazis que Walt contrató para que maten a Jesse; se llevan la mayor parte de su fortuna enterrada en el desierto y le dejan once millones por compasión; Marie convence a Skyler de que le cuente todo a Walt "Flynn" Jr. y por fin, tras una aparatosa pelea cuerpo a cuerpo con un cuchillo de por medio, Walt pierde definitivamente a su familia, quienes dejan de creer en él y lo ven como aquello en lo que se ha convertido, un monstruo. Fue
en esa escena en la que se gestó el cambio dentro de mí. Skyler y Flynn en el suelo, indefensos, muertos de miedo y Walter de pie, sobre ellos, como un loco, con cuchillo en mano gritándoles: "¡Qué diablos les pasa! ¡Somos una familia!". No, Walter, ya cayó el velo de ilusión y es hora de que dejes de engañarte también; la familia se acabó y es tu culpa y la de nadie más. Hiciste mal y este es el resultado. ¿En verdad creía que iba a convencerlos de irse con él a empezar nuevas vidas después de todo esto? ¿Pensó que era posible que olvidaran todo y lo siguieran a donde fuera? Hank está muerto y aunque Walter aún se niegue a reconocerlo, fue por su causa.
Es curioso que me haya tardado tanto en darme cuenta de la increíble capacidad de Walt para manipular no solo a quienes le rodean, sino la versión de los hechos, hasta que se ajuste a una en donde él es víctima de las circunstancias y no el gestor de todo el infierno que desata a su paso. Pocos minutos después de la muerte de Hank al principio de 'Ozymandias', Walt ya encuentra un culpable: Jesse. Fue él quien llevó a Hank a ese lugar, fue él la rata que lo traicionó, y por eso Hank está muerto, ¿verdad?. Walter se convence de esto de inmediato pero ya no logra convencerme a mí. Luego de darse cuenta de que ha perdido a la familia, trata de negar esta realidad controlando al único miembro a quien aún puede controlar: secuestra a su hija Holly. Cuando aun ella, en su inocencia, le da a entender que también la ha perdido, Walter decide reaccionar y armar un nuevo plan.
Llama a Skyler y, a sabiendas de que la policía está espiando la llamada, dice una serie de cosas para liberarla de cualquier complicidad con sus delitos. ¿Honorable? En absoluto, era lo mínimo que podía hacer. Además, hay otro motor detrás de esa llamada y ese es la necesidad de Walter de descargarse, decirle a Skyler todo lo que ha querido decirle desde el principio y dejar clara su posición de poder y control. En la escena final Walter se va con el famoso "desaparecedor" de Saul y sabemos que ese es un viaje sin retorno.
Me he demorado tanto en 'Ozymandias' porque para mí ese es el primer final de la serie, el final que Walter merecía. Acabado, sin nada ni nadie, perdidas todas las esperanzas. Luego vino 'Granite State' que comprimió más de dos meses de eventos para al final mostrarnos a un Walter totalmente consumido en su destierro en New Hampshire, víctima del cáncer que ahora ha vuelto y está pasándole factura, quien en su último intento por convencerse de que todo lo que hizo no pudo haber sido en vano, trata de contactar a Flynn para convencerlo de recibir algo de dinero que le enviará. Al ser categóricamente rechazado, finalmente se rinde y acepta que sí, que quizás todo fue en vano y ya no hay nada por qué luchar: llama a la policía y les dice en dónde está. Todo se acabó. Otro final. El segundo final de la serie: Walter tomando un Dimple Pinch seco, esperando a que la policía llegue para llevárselo. Pero no puede terminar así, ¿no? Por supuesto que no. Por casualidad ve a Gretchen y Eliott Schwartz, sus antiguos socios de trabajo de Gray Matter Technologies en el programa de Charlie Rose. Están negando toda asociación de Walter con la empresa. Lo están negando a él. Estos sujetos que consiguieron la riqueza y la fama haciéndolo todo bien, usando la química para ayudar a otros, lograron tener todo lo que Walt siempre quiso (y aún lo tienen) y ahora están negándolo. No, aún hay una forma, aún hay cosas que hacer y personas a quienes poner en su lugar. Esto no puede acabarse así. Mientras el tema original de la serie suena por primera vez completo y dentro de una escena, llega la policía al bar solo para encontrar el vaso de whisky intacto y el asiento vacío.
Un cliffhanger muy poderoso, hay que admitirlo, aunque ya sepamos más o menos lo que se viene.
Y así llegamos al final de los finales, 'Felina'. Como ya he dicho, este es el final definitivo y ya solo quedaba que nos muestren cómo se ataban los cabos sueltos. Walter regresa como un fantasma a Albuquerque, eso es todo lo que es ahora, un fantasma que da miedo, con un aspecto que da lástima, entrando a las casas de otros sin que se den cuenta, como si atravesara paredes, apareciendo repentinamente en restaurantes, casi pasando desapercibido, excepto para quienes forman parte de su último plan. En un movimiento genial (y quizás el único realmente inesperado en todo el capítulo), involucra a los Schwartz en su juego sucio y, aterrorizándolos, los obliga a comprometerse a entregarles a sus hijos lo que le queda de dinero (más de nueve millones). Aunque la jugada es magistral, no pude evitar saltar de mi asiento cuando los lásers aparecieron en los pechos de los Schwartz. Sí, luego nos enteramos de que solo eran los zonzos de Skinny Pete y Badger, pero aun así, Walter sigue siendo un villano aterrador.
Luego vemos una escena conmovedora que nos muestra el camino recorrido por Jesse. Está dándole los toques finales a esa caja de madera de la que habló en algún momento mientras estaba en su grupo terapéutico luego de su rehabilitación. Jesse también tenía una vida relativamente feliz y aunque ya se había entregado a las drogas y estaba más o menos perdido cuando lo conocimos al inicio de la serie, el regreso del
flashback al presente es demoledor: Jesse encadenado como un animal, torturado, esclavo de los neo-nazis, condenado hasta que se cansen de él a cocinar metanfetaminas de alto grado de pureza. Nunca se nos muestra esto, pero estoy seguro de que esos salvajes lo castigaban cada vez que la pureza decaía. Sin embargo, esto es todo lo que vemos de Jesse hasta la secuencia final y eso es injusto con el personaje. Aparece tan poco tiempo en pantalla en estos últimos episodios que no pude dejar de indignarme por eso y por el rol que le tocó al final. Como si no hubieran sido siempre él y Walter, corazón y cabeza de todo en lo que se vieron involucrados, pero dos, siempre los dos.
Como sea, el plan de Walter sigue en marcha, visita por última vez a Skyler, le entrega el boleto de lotería con las coordenadas de GPS que alguna vez marcaron el lugar en el que enterró su dinero y ahora llevan a la tumba de Hank y Steve Gómez. Le sugiere a Skyler usar esa información para llegar a un acuerdo con el fiscal y librarse de los cargos que enfrenta tras la desaparición de Walt. Con eso no se redime, pero es algo. Pero a continuación, todo da un giro. La segunda sorpresa de 'Felina' viene cuando Walt le confiesa a Skyler que todo lo que hizo, desde el principio, lo hizo por él. "Me gustaba. Era bueno en eso. Me hacía sentir realmente... Me hacía sentir vivo." Este es un giro fundamental y el intento más evidente por redimir al personaje a los ojos del espectador. El hecho de que finalmente haya llegado a esta conclusión, de que finalmente haya dejado de engañarse y haya hecho ese ejercicio de introspección para aceptar que hizo lo que hizo porque así se sentía él mismo es una forma interesante y compleja de redención. ¿Se le perdona? ¿Arregla con esto todo el mal que hizo en el camino? No, por supuesto que no, pero así puede morir en paz. Una vez más, Walter White, maestro de la tergiversación, reestructura la narrativa como mejor le conviene.
La descarga (literal y de emociones) que sigue era lo que habíamos estado esperando desde hace rato. Walter entra al complejo neo-nazi y elimina a todos esos matones de sangre fría en una escena con mucho ruido, balas, sangre y destrucción. Sí, me hubiera gustado más si usaba la química, su pasión, de alguna forma (aunque terminó usándola con Lydia), pero la
balacera tipo Tarantino funcionó mejor para el clímax del episodio. Un movimiento predecible, por supuesto, pero acertado. Solo queda Todd, quien para el regocijo perverso del espectador, es estrangulado por Jesse quien usa las mismas cadenas con las que fue esclavizado. Nunca me había alegrado tanto por al muerte de un personaje en esta serie. Bueno, quizás la de Tuco también fue catártica en su momento.
Y ahora tenemos a Walt y Jesse enfrentados el uno con el otro. Por fin, solo quedan los dos. Walter reta a Jesse a que lo mate, en verdad lo desea, siente que es lo que merece, pero Jesse, al ver la herida de Walt en un costado (una de las balas de la M60 lo alcanzó a él también) decide que ya tuvo suficiente de este loco maniático manipulador, que ya es hora de liberarse de él, salir de la jaula y terminar con el control: "Hazlo tú mismo". Jesse sale del complejo en el auto de Todd y mientras acelera y rompe las puertas y grita y ríe y llora de felicidad, nos alegramos con él. Al parecer ha roto todas las cadenas al fin y tendrá el final que se merece. ¿Walter lo salvó? ¿Le vamos a perdonar todo el infierno que trajo a la vida de Jesse desde el día uno? Cada quien lo decidirá.
Por último,
Walt entra el laboratorio de meta de los neo-nazis, toma una máscara en sus manos, acaricia las máquinas, su verdadero amor, la química, la producción de meta, lo que le hizo sentir realmente vivo por primera vez en su vida y es ahí donde muere, en brazos de su Felina (recuerden la letra de
"El Paso"), con una ligera sonrisa en el rostro, antes de que la policía llegue, todo esto al ritmo de
"Baby Blue", cuya letra empieza "
Guess I got what I deserved...". ¿Es así? ¿Tuvo Walt lo que se merecía? Difícil de responder sin extenderme en exceso. Es verdad que ya lo perdió todo y que no tenía más razón para vivir que hacer todo lo que hizo en este episodio, pero todo el plan le sale tan bien y cierra cada línea argumental tan a la perfección y a su conveniencia que es difícil no considerar la
teoría de Norm MacDonald, según la cual todo lo que sucede en 'Felina' es la fantasía de un hombre enfermo, que empieza cuando entra a ese Volvo cubierto de nieve. Teorías son teorías y solo eso; el final de Breaking Bad, dada la reputación y la costumbre ultra-realista de la serie, no puede terminar así, en donde resulte que las cosas suceden solo dentro de la cabeza de un personaje. ¿Es el final perfecto para la serie? Es imposible complacer a todo el mundo y creo que este es el final que dejará contentos a la mayoría de fans. Es un final agridulce. Para que todos los gustos queden satisfechos, lo mejor es considerar a los tres últimos episodios como el final. Escoge el que prefieras o júntalos a todos. Lo cierto es que todas las cosas malas deben terminar y ésta, en particular, es la mejor "cosa mala" que he visto en televisión y la voy a extrañar.