domingo, 19 de febrero de 2012

Los Swinging Sixties según Peter Hook [a.k.a.] Rodrigo Fresán.

A continuación, uno de mis fragmentos favoritos de todo el libro Jardines de Kensington, de Rodrigo Fresán, donde tenemos la sensación de recorrer una versión corregida y aumentada de la portada de Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band. Se trata del recuerdo (trastocado, comprimido) de una enorme fiesta lisérgica dada por los padres de Peter Hook, el narrador de la historia, en donde se nos ofrece una instantánea de cada uno de los casi 150 personajes que de una u otra forma definieron los sesentas. Quien acceda a adentrarse en este viaje debe estar prevenido  de que es largo y extenuante, sí, pero también emocionante y reconfortante cada vez que aparece un personaje conocido y se nos revela una faceta desconocida del mismo. Quien sienta que ha sido influido en más de un aspecto por los sesentas (todos lo hemos sido) no se arrepentirá; es más: está obligado a leer el libro entero. En el fragmento que transcribo no se hace mención (si ocurre, es de manera tangencial y breve) a James Matthew Barrie (creador de Peter Pan) y con él a la era victoriana. Es una lástima porque eso daría una idea más exacta de lo que el libro es: "un curioso tapiz victoriano/pop y un alucinado artefacto gótico/psicodélico a la vez que una original investigación sobre los fines y el final de la niñez; sobre la tan frágil como poderosa naturaleza de la memoria y del tiempo; sobre el estilo con el que los vivos reescriben a los muertos y los muertos corrigen a los vivos; y sobre las imprevisibles maneras en que los libros del pasado acaban formando el futuro de sus lectores y deformando el presente de sus autores."


So may I introduce to you the act you've known for all these years. 
We hope you will enjoy the show / Sit back and let the evening go: 





Personas famosas que recuerdo haber visto durante mi infancia, en fiestas. En muchas fiestas que a la hora del recuerdo fundo y festejo en una única fiesta inolvidable para ahorrar tiempo y espacio, y después de todo, mejor así: máximo lujo, como en esas superproducciones históricas donde se condensa todo un período histórico en una noche y, de pronto, todos los que jamás se conocieron coinciden en una estancia amplia al calor del fuego de una misma chimenea, alzando copas y derribando cuerpos y firmando pergaminos independentistas o declaraciones de guerra.

[...] Aquí vienen: 

Martin Allen (editor de Vogue, a la caza de nuevas caras y capturando demasiadas nuevas caras, jamás han existido tantas caras nuevas en Londres, todas al mismo tiempo, hablando y parpadeando y besando y bebiendo y tragando: bienvenidos al safari de la Era de la Cara Nueva); Woody Allen (en Londres filmando Casino Royale; hace chistes sobre Marcuse y Laing que nadie comprende; alguien le pregunta en qué banda tocan esos dos, en qué galería exponen, en qué película actúan, en qué restaurante cocinan, en qué boutique diseñan ropa); The Animals (Eric Burdon pregunta a Bob Dylan si ya llegó Bob Dylan: "No, no he llegado aún", le responde Bob Dylan); la princesa Anne (a la que siempre confundí con la princesa Margaret); Michelangelo Antonini (reparte entre los fotógrafos un obsesivo cuestionario para preparar el personaje protagónico de su film Blow-Up con preguntas como: "¿Se les pide a los fotógrafos de moda que realcen la naturaleza sexual de la modelo o que solo se limiten a destacar la ropa?", "¿Suelen ser felices sus matrimonios?", "¿Son religiosos?", "De no serlo: ¿se trata de que no le prestan atención a nada relacionado con códigos de ética o comportamiento o se debe a un rechazo meditado y posible de justificar?", "¿Beben en pubs?", "¿Tienen chóferes para sus Rolls-Royces, o prefieren conducirlos ustedes mismos?", "¿Les preocupa la vida y la muerte?". Después, Antonini anuncia que piensa pintar el césped del Maryon Park, donde filmará parte de la película, de color "verde más verde"); Jane y Peter Asher (hermana y hermano); John y Neil Aspinall (hermano y hermano; ser hermano es in; ser primo es out); Richard Avedon (me toma una foto a los siete años donde parezco una especia de Marlon Brando enano en The WIld One; la gorra que llevo me la prestó Ringo, es la que usó en las secuencias tan free cinema, o tan nouvelle vague, de A Hard Day's Night); Francis Bacon (de mal humor); Joan Baez (de peor humor); David Bailey (a todo el que se cruza con él le repite: "Blow-Up c'est moi... Yo soy la inspiración para el personaje del fotógrafo de la película y no Brian Duffy ni Terrence Donovan, ¿eh?"); Chet Baker (que se cae por las escaleras, unas escaleras muy largas y, no me pregunten cómo, acaba de pie, sonriendo; le falta uno de sus dientes; alguien comenta la firmeza y profundidad de las líneas que cruzan su rostro; alguien responde que "Son las marcas de alguien que se ríe mucho"; alguien añade que "Es imposible que alguien se haya reído tanto en la vida para quedar así"); James Graham Ballard (en silencio, sonríe todo el tiempo, parece una réplica de un Ballard original que jamás existió, o algo así, ya sé: suena raro y, de golpe, como activado por una corriente eléctrica, se pone a hablar de la maldición del Porsche Silver Spyder en el que murió James Dean: "Días antes de estrenarlo, Dean había filmado un breve spot alertando a los jóvenes de los peligros de las carreteras y la velocidad... Los restos del auto cayeron encima de un mecánico y le rompieron ambas piernas; más tarde, al ser exhibida como parte de una campaña de educación vial por el Greater Los Ángeles Safety Council, volvió a caerse de la tarima con ruedas en la que lo transportaban y destrozó los huesos de la cadera de un adolescente; un doctor de Beverly Hills que compró el motor y lo instaló en otro vehículo murió conduciéndolo..."); Balthus (llega y se va casi más temprano de lo que llegó luego de preguntar si hemos visto a su gato y, lo más importante, si está aquí su hijo Stash de Rola [a.k.a.] Príncipe Stanislas Klossowski de Rola y barón de Waterville, recientemente arrestado junto a Brian Jones, su camarada de aventuras narcóticas, por posesión de cocaína, metedrina y resina de cannabis); Brigitte Bardot (su inglés es pésimo; Paul McCartney no deja de pedirle disculpas, en un francés bastante deficiente, por no haberla puesto en la portada de Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band: "Eres la favorita de los cuatro, pero no sé a quién se le ocurrió poner a Diana Dors"); Syd Barret (sin Pink Floyd y quien todavía no ha probado el ácido lisérgico, o sí, no parece haber gran diferencia en su comportamiento); Alan Bates (se quita la camisa con la menor excusa, sin motivo, por el solo placer de mostrar su tórax); The Beatles (quienes al principio a un monstruo de cuatro cabezas y más adelante a cuatro cuerpos decapitados); Cecil Beaton (parece un mayordomo que sólo podría ser un asesino); Samuel Beckett (parece un asesino que sólo podría ser un mayordomo); Marisa Berenson(aprendiendo a jadear); Jane Birkin (anseñando a jadear como lo hace en "Je t'aime... moi non plus" junto a Serge Gainsbourg); Jacqueline Bisset (aprendiendo a jadear); Peter Blake (jadeándole a todo el que se le acerca cómo fue que se le ocurrió "nada más que a él" la idea para la portada de Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band y que el maldito Lennon quería incluir a Adolf Hitler entre los figurantes pero, claro, no le dejaron que se saliera con la suya); Cilla Black (groupie paradigmática, alguna vez chica del guardarropa en The Cavern, Liverpool, luego vendedora glam en la boutique Biba, y ahora chanteusse y protegida de Brian Epstein y The Beatles); Dirk Bogarde (toma notas en uno de esos tan prácticos y finos y proletarios Moleskin Notebooks; Bogarde está disfrazado de sirviente, muy gracioso); David Bowie (con maquillaje de mimo y ofreciendo canapés); Wilfred Brambell (el actor que interpreta al abuelo de Paul McCartney en A Hard Day's Night; nada que ver con mi abuelo, mi abuelo es un anciano todavía mucho más... limpio que el de Paul); Marlon Brando (su inglés es todavía peor que el de Brigitte Bardot); Tara Browne (pocas noches antes de morir, pero ya despidiendo esa tan curiosa como inconfundible fosforescencia que desprenden los cuerpos de los casi cadáveres); Lenny Bruce (hablando solo, hablando rápido); William Burroughs (recoge, recorta y recompagina y cut up las páginas que alguien arrancó de los libros de la biblioteca noches atrás mientras perfuma la biblioteca con un extraño tanque fumigador y asegura que "se califica a algo de experimental cuando el experimento salió mal"); Michael caine (intenta esquivar todo el tiempo a Terence Stamp; están recién peleados, compartían piso y ambiciones; la cosa se complicó cuando la modelo Jean Shrimpton se mudó con ellos; no, se mudó con Terence, pero al piso donde también vivía Michael); Truman Capote (esa voz como uñas sobre una pizarra cantando, toda la noche, una y otra vez, en realidad un única vez, pero como un sampling infinito y agudo, alguna canción de The Mikado); John Casavettes (con una filmadora portátil súper-8, pero sin película); Cher (sin Sonny); Julie Christie (de la que me enamoré a los cinco años, por primera vez en mi vida, creo, estoy muy seguro; y es tan raro verla de cerca y en casa cuando uno está acostumbrado a verla inmensa y gigantesca como una diosa olímpica y siempre en espacios abiertos, en granjas y en dachas y en prados y en estepas); Eric Clapton (no deja de mirar de reojo a Patti Harrison, mejor mujer de su mejor amigo; no deja de mirar a la futura Patti Clapton y los mejores amigos son tan traicionables); Cassius Clay (grita que él es ¡¡¡EL REY DEL MUNDO!!!; Clay lo grita en mayúsculas y con tres signos de exclamación a cada lado del grito); Sean Connery (insoportable, su pelo se mueve; luego supe que no era su pelo; me prometí ahí mismo que, ocurriera lo que ocurriera; jamás me rebajaría a usar pelo falso); Jerry Cornelius (existe, yo lo vi); Tom Courtenay (no deja de correr, solo, por los bosques de Sad Songs que rodean Neverland); Noel Coward (me cuenta que a los catorce años fue reclutado para ser Slightly, uno de los lost boys, en el revival de Peter Pan de 1913-1914; y yo pensé que era mentira pero era verdad; encontré una foto donde Coward parece disfrazado; aquí está Keiko Kai: Slightly); Quentin Crisp (aprendiendo a jadear junto con las chicas); Peter Cuching (pregunta si alguien ha visto a Christopher Lee); Tony Curtis (supongo que está aquí poruqe es una de las figuras que aparece en la portada de Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band; Peter Blake pidió que se lo incluyera, no sé por qué); Ray Davies ("Raymond es igual que yo; sólo que él es un genio y...", sonreía mi padre con tristeza; Davies parece trite y fuera de lugar y profundamente irritado por absolutamente todo); Sammy Davis (Cassius Clay, esta noche ya transformado en Muhammad Ali, lo acusa de ser un jodido esclavo negro a las órdenes de Frank Sinatra, Dean Martin & Co.; después le dice que debería darle vergüenza ser tuerto, judío, rengo y enano; porque los buenos negros tienen que ser perfectos); Catherine Deneuve (imita a Marlene Dietrich); Marlene Dietrich (imita a Catherine Deneuve y, de paso, le pregunta a Deneuve cómo es que no aparece en la portada de Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band; Deneuve finge no entender el francés de la alemana que sí aparece en la portada de Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band); Donovan (siempre me dio lástima, mucha); Françoise Dorléac (pocas noches antes de morir, pero ya despidiendo esa tan curiosa como inconfundible fosforescencia que desprenden los cuerpos de los casi cadáveres); Bob Dylan (ya te conté acerca de Bob Dylan, Keiko Kai); Sibylla Edmonstone (me acuerdo de su nombre, no recuerdo su rostro); Magnus Eisengrim (me acuerdo de que, para un cumpleaños de mi madre, realizó el truco de magia de cortarle la cabeza a Sibylla Edmonstone, y tal vez sea por eso que no recuerdo el rostro de Sibylla Edmonstone); Brian Epstein (no deja de tragar sedantes marca Carbrital, pocas noches antes de morir, pero ya despidiendo esa tan curiosa como inconfundible fosforescencia que desprenden los cuerpos de los casi cadáveres); Marianne Faithfull (una vez la vi desnuda); Mia Farrow (quien fue un espantoso Peter Pan televisivo, Hallmark Hall of Fame, NBC, 1976; el tipo de mujer que, ni siquiera cuando eres muy joven, te interesa ver desnuda; si la llegas a ver, sal corriendo Keiko Kai: intentará adoptarte); Federico Fellini (le ofrece instrucciones a Terence Stamp para su próximo personaje, como Stamp, en su próxima película, de Fellini, en un inglés un tanto fellinesco: Terenccino... You was party. One orgía. Lotta whisky. Glu-glu-glú. Troppo hashish, marihuana coca e fucking fucking fucking. Fringüi-frungüi tutta la night. Doppo a Roma. LSD en el avione..."); Peter Finch (cerca de este mundanal ruido, las manos tapando sus oídos, sin entender demasiado, nada); Albert Finney (sin camisa, Alan Bates lo ha desafiado a quitársela, Finney parece ligeramente avergonzado); Ian Fleming (llega pensando que se trata de una fiesta de mis abuelos, decide quedarse, ignora a Sean Connery, quien por entonces filma su primer Bond; Fleming fallecerá antes el estreno, creo); Peter Fonda (le dice a John Lennon que una vez estuvo muerto, que él sabe lo que es estar muerto y que "no hay nada de que preocuparse en cuanto a ese tema"); Robert Fraser (muestra fotos de las obras de los artistas de su galería y reparte esposas de colores; él mismo lleva una de ellas en la muñeca izquierda, como souvenir conmemorativo de su salida de la cárcel adonde fue a parar, junto a Mick Jagger, por una de esas típicas cuestiones narcóticas); Lucien Freud (pregunta, un poco desesperado, si hemos visto a su perro; le contestan que no, que todavía están buscando el gato de Balthus); Serge Gainsbourg (nunca mira a las mujeres a los ojos, prefiere mirarles el culo y, cuando ellas le preguntan por qué no las mira  a los ojos, él les responde: "Es que soy tan tímido que sólo me atrevo a mirarles el culo"); Judy Garland (me besa, me abraza, me canta; no entiendo una palabra de lo que me dice); Allen Ginsberg (quien ya por entonces me daba y nunca dejó de darme vergüenza ajena); Glenn Gould (guantes y bufanda y gorro de lana; dice que The Beatles "son algo totalmente secundario"; mi padre, emocionado, lo abraza); Graham Greene (quien en A Sort of Life, una de sus varias autobiografías mentirosas, cuenta cómo, e pequeño, iba a leer a Kensington Gardens, y me pegunto si alguna vez habrá jugado con Barrie y Porthos); Hugh Hefner (en pijama, igual que yo, que, en muchas de esas ocasiones , descendía desde mi habitación y, como un polizonte, me desvelaba en una de esas noches de aquellos días; el pijama de Hefner era de un azul claro, el mío era de tela con estampados búlgaros o psicodélicos, comprados, siempre, en la boutique Granny Takes a Trip o en I Was Lord Kitchener's Valet, no estoy del todo seguro); David Hemmings (Michelangelo "Don't Call Me Signore, Call Me Michelangelo" Antonini acaba de comunicarle que él será el protagonista de Blow-Up y no, contrario de lo que todos piensan, Terence Stamp: "Silence: Top Secret", le advierte); Jimi Hendrix (el más descaradamente inimitable en esos tiempos en que todos imitaban a todos poruqe bueno, Hendrix era negro, era difícil de imitar; aunque Hendrix era más fácil de imitar que Sammy Davis Jr., supongo); Audrey Hepburn (ha venido con John Cukor, conversan sobre la posibilidad de hacer juntos un Peter Pan que no se filmará nunca; Audrey Hepburn en el papel protagónico, sus ojos tan grandes como bocas, tal vez hubiera sido el mejor Peter Pan de todos, pensé entonces y lo sigo pensando ahora); David Hockney (pregunta por las bondades del clima de California); Michael Hollingshead (quien ha llegado a Londres con dos mil dosis de LSD impostadas legalmente de un laboratorio gubernamental de Praga dentro de un frasco de mayonesa, "El jarabe favorito de Aldous Huxley; el viejo se fue al otro lado de la puerta después de recibir por última vez estos visionarios y santos óleos y aleluya", explica); Dennis Hopper (le pide píldoras a Brian Epstein y le dice a Lennon que él nunca va a saber lo que es estar muerto, como el imbécil de Peter Fonda); Brian Jones (sin The Rolling Stones); Danny Kaye (nunca me pareció gracioso; no hay nada menos gracioso que alguien desesperado por parecer gracioso); la party girl Christine Keeler (y su socia Mandy Rice-Davies, siempre con sus rostros transfigurados por el eco de un pasado orgasmo que conectará con el sonido de su próximo orgasmo; sin embargo, ellas no jadean, no les interesa lo que quiere enseñarles Jane Birkin: ya saben jadear a la perfección); los hermanos Kray (gángstes gemelos, peligrosos de moda; una noche vi y, lo más perturbador de todo, como le rompían las piernas a un bon vivant que les debía algo: se lo llevaron detrás de unos arbustos de Neverland, y después, enseguida, ese sonido; después salieron los dos sonriendo sonrisas siamesas y arreglándose mutuamente las corbatas); Jiddu Krishnamutri (me regala un mantra y después, arrepentido, me exige que se lo devuelva); Stanley Kubrick (el mejor de todos, viene acompañado por un gigantesco mono que, descubro, es un hombre disfrazado de antropoide o algo así; Kubrick se arrodilla y me sonríe y me pregunta si creo en la existencia de vida inteligente en otros planetas; le pregunto en cuál de ellos: ¿En la Tierra o en el que vivo yo?); Philip Larkin (pensando-diciendo-escribiendo-recitando aquello de "Never such innocence again"); Peter Lawford (una especie de sonámbulo programado para pronunciar el apellido Kennedy y el apellido Sinatra por lo menos una vez por minuto); Timothy Leary (en órbita, flotando, mirable triptu, reparte terrones de azúcar en los que deja caer la bendición de una gota de "elixir espiritual"); Christopher Lee (pregunta si alguien ha visto a Peter Cushing); Sonny Liston (apenas dos minutos y KO frente a Clay Ali); David Litvinoff (gurú del demi-monde de Chelsea; James Fox le pide consejos para su personaje de Performance; "Ah, vamos al baño Foxie... Tengo algo para que pruebes", le responde Litvinoff); Joseph Losey (preocupado por el inminente fracaso de su Modesty Blaise); Magic Alex (nacido Yannis Alexis Mardas, reparador de televisores y genio en residencia de Apple Electronics a costa de las cada vez más caóticas finanzas de sus cuatro jefes; un estafador delirante empeñado en la fabricación de empapelado que sonara en stereo y la construcción de una casa flotante y comunal en la isla griega de Leslo para que The Beatles pudieran vivir allí con sus familias y, quién sabe, tal vez el proyecto robinsoniano haya sido descartado luego de lo que les ocurrió a mis padres en alta mar o de haber visto algún revival de The Admirable Crichton); la Princesa Margaret (a la que siempre confundí con la Princesa Anne); Dean Martin (mira a The Rolling Stones y comenta con sonrisa siempre apoyada en un martini: "No es que tengan el pelo largo; es que sus frentes son muy estrechas y sus cejas muy peludas", y agrega "Que alguien me traiga otro Dean Martini"); Joe Meek (productor musical de comportamiento cada vez más bizzarro, creador en 1962 del exitoso instrumental single/sci-fi "Telstar" —guitarra eléctrica y sonido de un wáter— y de I Hear a New World —el primer primer álbum conceptual-electrónico— y célebre por descubrir la formidable acústica de lo baños con azulejos a la hora de grabar una buena voz; aquí está, pocas noches antes de morir, pero ya despidiendo esa tan curiosa como inconfundible fosforescencia que desprenden los cuerpos de los casi cadáveres; pensando en que no estaría mal volver a casa, volarle la cabeza de un disparo a su casera y después volarse su propia cabeza, de ser posible, en el baño, para "ver cómo suena", para que sea más fácil limpiar toda esa sangre; y primero lo piensa y enseguida lo hace); Paul Morrisey (brazo derecho y hemisferio izquierdo de Andy Warhol; mira alrededor y hace una mueca y dice "No puedo entender por qué todos ustedes no dejan de repetir eso de 'estoy experimentando con drogas'. Con lo que están experimentando es con la mala salud. Ahora que los científicos han conseguido erradicar la polio y la viruela y todas esas enfermedades infantiles, lo que hacen ustedes es drogarse nada más para ver cómo era eso de estar enfermo"); V.S. Naipaul (¿qué hace aquí?, supongo que no ha podido sacudirse el vicio de los tiempos en que escribía para el noticiero caribeño de la BBC y lo enviaban a territorios extraño de Londres en busca de "color local"; de ser así, Naipaul no ha perdido en su rostro ese rictus  —un poco de asco, un poco de placer— del que abre un tajo en la materia orgánica justo antes de que comience a pudrirse y mira ahí dentro cómo se inventan a sí mismos los gusanos); Nico (no confundir con Nico Llewelyn-Davies, hijo de Arthur y Sylvia; se trata de Christa ""Nico"Paffgen, la chanteuse impuesta por Warhol a The Velvet Underground; falta mucho para que muera en un accidente de bicicleta en España, no tiene aún esa tan curiosa como inconfundible fosforescencia, pero casi no se nota la diferencia); Rudolf Nureyev (baila, y lo cierto es que lo suyo no me impresiona más que lo que hizo Chet Baker); Claes Oldenburg (a quien mi madre le encarga algo pequeño); Yoko Ono (a quien mi madre no le encarga nada); un puñado de jóvenes Ladies y Lords con el apellido Ormsby-Gore (aristócratas que disfrutan ascendiendo a los infierno de los malditos, ex compañeros de escuela privada de mis padres, que al salir el sol regresan, como vampiros que sólo beben sangre azul, a los dormitorios abovedados de los castillos paternos); Andrew Loog Oldham (PR man de The Rolling Stones, poseído y profético, augurando que en el futuro "se discutirá acerca de si los '60 empezaron en el '67 o terminaron mucho antes, cuando The Beatles fueron a América", usa los dedos se ambas manos para enumerar a cuántos inocentes peatones del Soho ha atropellado últimamente con su nuevo "Jag"); Joe Orton (quien, pocas noches antes de morir, pero ya despidiendo esa tan curiosa como inconfundible fosforescencia que desprenden los cuerpos de los casi cadáveres, arranca páginas de libros y les pega fotos encima, las páginas que noches más tarde encontrará William Burroughs); Peter O'Toole (que, ¿milagro?, como de costumbre, rompe en llanto sin por eso dejar de sonreír y me explica por qué hay que chocar las copas cuando se brinda: me dice, con una lacrimosa sonrisa, que en el acto de beber se encuentran implicados todos los sentidos  —la vista, el tacto, el gusto, el olfato— menos el oído; y que por eso hay que provocar ese ¡drink! cristalino, para que todo sea perfecto); Jimmy Page (session man de luxe, aún sin Led Zeppelin, ejecuta complejos pases mágicos y negros sobre la negra cabeza de Hendrix sin que Hendrix se dé por enterado); Anita Pallenberg (desnuda, también); Pier Paolo Pasolini (le ofrece instrucciones a Terence Stamp para su próximo personaje, Terence haciendo de Stamp, en su próxima película, de Pasolini, en un inglés un tanto pasoliniano: "He's a boy" y "Open your legs all the time", eso es todo, no hace falta más); D. A. Pennbaker (con cámara portátil pero, a deiferencia de Cassavetes, con película adentro); Pink Floyd (sin Syd Barret y sin David Gilmour; todavía se llaman The Abdabs) Alexander Plunket-Greene (marido de Mary Quant, traje impecable pero sin camisa, la corbata y los botones pintados en su pecho desnudo); Roman Polanski (le pide por favor a Vidal Sassoon que viaje a New York para cortarlo el pelo a Mia Farrow en Rosemary's Baby) Elvis Presley (no estoy seguro de si era Elvis Presley; no recuerdo si era un Elvis Flaco o un Elvis Gordo: en cualquier caso, alguien que era idéntico a esos dos Elvis Presleys); Mary Quant (señalando hasta dónde piensa subir el ruedo de su próxima generación de minifaldas y lanzando una carcajada cuando alguien le comenta que, según fuentes policiales, los índices de violación de mujeres en la ciudad de Londres habían aumentado en un 90% desde que las mujeres se paseaban por ahí con los muslos al aire); Oliver Reed (sin camisa, pero borracho): Lynn y Vanessa Redgrave (más hermanas); Diana Rigg (sin catsuit, maldita sea); Tom Ripley (existe, yo lo vi); Nicolas Roeg (le ofrece instrucciones a James Fox para su próximo personaje, James haciendo de Fox, en la primera película, de Roeg, sin que haga falta pronunciar más que una palabra: drugs; "Te lo dije... no me hiciste caso, vamos al baño", le insiste Litvinoff, que vuelve a pasar por ahí); The Rolling Stones (sin Brian Jones); Ed Ruscha (uno de mis pintores favoritos, uno de esos pintores que no parecen pintar otra cosa que los momentos más irreales de la realidad: letras en lugar de nubes, el cielo como lienzo); Ken Russell (uno de mis directores de cine menos favoritos); Vidal Sassoon (que le responde a Roman Polanski, Oky-doky, le dice que sí, va a cortarle el pelo a Mia Farrow, buena publicidad para todos); Telly Savalas (todavía con algo de pelo); Gerald Scarfe (me dibujó, salí feo; me explica que nadie sale hermoso en sus dibujos, que no es su estilo); Peter Sellers ([...] y alguien se acerca a Sellers y le propone ser Hook para una posible nueva versión de Peter Pan y Sellers contesta con voz rara, con una voz que es y que no es la suya —pero que da igual porque "ya no recuerdo cuál era mi verdadera voz"—, voz con una de sus muchas voces, que "no, no, gracias"); Jean y Christie Shrimpton (otras hermanas); Frank Sinatra (no estoy del todo seguro; en cualquier caso, alguien que era idéntico a Frank Sinatra y que conversaba con aquel otro que era idéntico a los tamaños —large y extra large— de Elvis Presley); Lord Snowdown (toma fotos, toma champagne, no revela nada); Terry Southern (el único a quien lo único que parece importarle es el destino del equipo inglés en la inminente final de la World Cup 1966); Phil Spector (con revólver, a veces lo disparaba al aire, agujeros de bala en el techo, en una armadura, en un oso polar y embalsamado que mi abuelo trajo de una expedición); Terence Stamp (que no dejaba de mirarse en los espejos y los espejos no dejan de mirarlo a él); Cat Stevens (ya te conté acerca de Cat Stevens, Keiko Kai); Sharon Tate (su fantasma o, no estoy seguro de la fecha, tal vez pocas noches antes de morir, pero ya despidiendo esa tan curiosa como inconfundible fosforescencia que desprenden los cuerpos de los casi cadáveres); Vince Taylor (está vestido con cuero negro y tiene la cabeza afeitada y, mientras quema cientos de billetes de una libra, proclama a la concurrencia: "El dinero es la raíz del mal y yo soy Mateo, el nuevo Jesús, el hijo extraterrestre de Dios... ¡Rock and roll! Tengo un avión esperándonos a pocos kilómetros de aquí y están todos invitados a volar conmigo hacia Hollywood"); Twiggy (todo le hace reír); Kenneth Tynan (se ríe de todos); Roger Vadim (todavía no se divorció de Catherine Deneuve pero Catherine Deneuve ya vive con David Bailey: no problem); Verushka ("Yo también estoy en Blow-Up"); Monica Vitti (nadie la soporta, en especial Joseph Losey y Terence Stamp); Klaus Voorman (mostrando el original de su ilustración para la portada de Revolver); Andy Warhol (quien dice "ah, oh, ah, oh, ah..."); Evelyn Waugh (llega pensando que se trata de una fiesta de mis abuelos, decide quedarse); The Who (vienen de tocar en Ready, Steady, Go!; los vi en televisión, Pete rompió su guitarra y Keith rompió su batería y yo, para no ser menos, esa misma noche, arrojé mi pequeño escritorio por la ventana).



We hope you have enjoyed the show / We're sorry but it's time to go.

miércoles, 1 de febrero de 2012

El solo perdido de "Here comes the sun".

No hay nada que hacer: los Beatles siguen tan vigentes como hace 50 años. Y es que no paran de hacer noticia y de sorprender a sus fans más fieles. El asunto es que entre Dhani Harrison (hijo del "Beatle silencioso") y Giles Martin (hijo de George Martin, quien fue productor de los Beatles), han descubierto en los estudios Abbey Road un solo de guitarra tocado por George que debió haber formado parte del tema Here comes the sun, incluido en el álbum "Abbey Road", pero que aparentemente fue descartado a último momento. 

El famoso tema compuesto por Harrison es ya un clásico de los Fab Four. En este vídeo podemos ver cómo Dhani y Giles le muestran orgullosos su descubrimiento a un atónito Martin, quien le pregunta a su hijo: "¿Tú no sabías de esto? ¡He olvidado esto!". Se me pone la piel de gallina al escuchar la disección que hacen del tema: primero cuando cierran los demás canales y sólo escuchamos la voz de Harrison y los coros, y después cuando el solo (perdido) surge inesperadamente en esa parte archiconocida de la canción, en ese clímax, cambiándolo todo, generando inmediatamente una alucinación visual en la que Harrison improvisa en su Gibson Les Paul Gold Top del 57. No sé cuántos compartan mi emoción; después de todo es un fraseo que apenas dura 30 segundos. Supongo que sólo soy un nostálgico fanático que se emociona con migajas como esta.