martes, 29 de mayo de 2012

"Stalker" en tres movimientos.

"Lo sé, se volverán locos. En cualquier caso, debo decírselos... Ahora estamos en la entrada. Este es el momento más importante de sus vidas, deben saber eso. Sus deseos más profundos, aquí se harán realidad. Sus deseos más sinceros, nacidos del sufrimiento." 

Dos personas me recomendaron ver Stalker: Slavoj Žižek y Rodrigo Fresán. Vi el documental de Žižek La guía cinematográfica para perversos y leí el post de Fresán Zona revisitada. Ambos me convencieron de que me estaba perdiendo de una de esas películas que sintetizan la razón de ser del cine (y del arte en general), una de esas que reúnen las tres características de toda obra de arte que vale la pena (al menos para mí): estructuralmente radical, emocionalmente irritante e intelectualmente demandante. Conseguí la película en DVD (¿qué más nos queda hoy en día? No iba a esperar a que al único cine independiente del país se le ocurra hacer un festival de cine soviético) y la vi en tres partes porque escogí una semana difícil para hacerlo y el sueño me ganó en los dos primeros intentos. 

Sinopsis en menos de 100 palabras: en un área restringida y devastada de Rusia llamada "la Zona" existe una habitación a la que se le atribuye el poder de cumplir los deseos más profundos de quien ingresa en ella. Un escritor y un científico contratan a un stalker (un tipo con la habilidad y el conocimiento necesarios para sortear todas las trampas y peligros de la Zona) para que los lleve allí. La expedición resulta en un análisis filosófico de los deseos humanos y la felicidad. 

Voy a ser pedagógico y voy a exponer mi visión de Stalker  a través de cada una de las características que le he atribuido: 




1. He de confesar que es la primera película de Tarkovsky que veo, pero tengo razones suficientes para creer que he escogido la mejor muestra para hacerme una idea de lo que es "tarkovskiano". Estoy seguro de que en su obra nunca faltan esas tomas que recorren un espacio de forma exasperantemente lenta, mostrándonos cada detalle, mientras una voz en off reflexiona sobre el significado de la vida o lee un pasaje bíblico oscuro, para finalmente dejarnos en silencio, a solas con ese espacio y sus objetos, pensando. Este truco genera una insoportable consciencia del tiempo, en una época en la que concentrarse en algo por más de dos segundos es un don reservado para pocos. Está también un detalle muy llamativo: Stalker  empieza en blanco y negro (bueno, no exactamente, más bien en sepia), luego, la parte central está a colores, y al final vuelve al sepia. Parecería que todo lo que se desarrolla dentro de la Zona está a color (¿porque es más real?) mientras que lo que se desarrolla fuera de la misma no tiene colores. Pero no siempre es así. Hay una escena dentro de la Zona en la que la cámara parte del rostro del stalker-guía mientras este descansa en el suelo, y recorre en línea recta una serie de objetos sumergidos en el agua (desde una ametralladora hasta una página de la biblia con una imagen de Jesús) hasta que luego de un largo rato (lectura de un versículo del Apocalipsis de por medio) nos encontramos con la mano del stalker, quien sigue tirado en el suelo. Esta toma está en sepia aun cuando se desarrolla dentro de la Zona. Luego, la escena final (ya fuera de la Zona y por lo tanto en sepia según lo que esperamos) está a color. Esta escena nos muestra a Mona, la hija telekinética del stalker, leyendo un libro en silencio. Aquí una posible interpretación: era su voz la que nos leía el Apocalipsis mientras se nos mostraban esos objetos sumergidos en la Zona. De ahí el intercambio de colores. Pero ya es suficiente sobre la estructura; no pretendo contarlo todo, mejor vean la película. 


2. Una película honesta es aquella que no nos muestra lo que queremos, sino lo que necesitamos ver, y todos conocemos la vieja dicotomía entre ambos verbos (para más información, escuchar You can't always get what you want, de los Rolling Stones). Una película de dos horas y media con el ritmo de Stalker no es particularmente divertida; de hecho, es insoportable a ratos, no lo voy a negar. La mujer del stalker llorando al principio nos da una primera impresión de la incomodidad que nos espera a lo largo de la cinta. 

En el primer intercambio entre los protagonistas, el científico le pregunta al escritor ¿"Sobre qué escribe usted?". Y el escritor, un poco borracho, le responde: "Sobre los lectores. Es lo único sobre lo que se debería escribir. O más bien no se debería escribir sobre nada." El lector, el espectador, el público que atestigua la obra de arte es siempre lo más importante, es su razón de ser. Es por ello que las obras que aluden al espectador, que lo incomodan y lo retan, que le exigen su participación y lo involucran en su temática, son aquellas que se consideran "maestras". Obras maestras. En ese sentido, Stalker cumple todas las expectativas: trata sobre la búsqueda de la felicidad y la imposibilidad de conocer lo que en realidad deseamos. Sucede que, según el mito urbano que se maneja dentro de la película, en la Zona no se hace realidad cualquier deseo, sino solo los más profundos. No aquellos que gritaríamos a los cuatro vientos, sino los más instintivos, los más esenciales a nuestra naturaleza, los más recónditos; "aquellos que no conoces pero que están ahí, dirigiendo tu vida". Ya sé, suena a psicoanálisis barato. Pero en realidad es una cuestión filosófica sumamente profunda y válida. Tendemos a desecharla y a vivir sin preguntarnos sobre nuestros más profundos deseos porque es incómodo hacerlo. Mucho más incómodo de lo que parece. La Zona cumplirá tus deseos con la condición de que seas capaz de formularlos, y ¿quién puede? Es por eso que todos fracasan al llegar allí. 


3.  El escritor (el personaje más socrático de la película y mi favorito) se plantea el siguiente problema: "¿Qué sucede si llego a la habitación y me es otorgada la inspiración infinita y la genialidad absoluta? Saldré al mundo y seré capaz de escribir los mejores libros. ¿O no? Uno escribe porque está atormentado, porque duda. Necesita constantemente probarse a sí mismo y a los otros que vale para algo. Y si estoy seguro de que soy un genio, ¿para qué escribir entonces?". Confrontados con la felicidad, con aquello que siempre hemos deseado, nos quedaríamos catatónicos. Esa es la lección de Stalker. Aun si fuéramos capaces de traducir a palabras nuestros verdaderos deseos, llevados a la realidad seríamos incapaces de manejarlos; la vida perdería sentido. Sí, querer es mejor que tener.

Se supone que Stalker es un film de ciencia ficción. La Zona es el resultado de la colisión de un meteorito o de un OVNI o algo así, nunca queda muy claro. Pero la verdad es que no hay nada especial ni específico allí. Es simplemente un lugar en el que se ha establecido un límite. La superstición, la fe, y la necesidad de tener un lugar al cual acudir cuando se ha perdido toda esperanza son las verdaderas razones de ser de la Zona. Se puede vislumbrar cierta analogía con la religión: solo unos escogidos pueden ingresar, pero ellos te pueden guiar y llevarte al lugar en donde se cumplirán tus deseos; si eres digno entrarás. Es probable que esto que te prometen no exista en realidad, pero mientras creas en ello, te comportarás como si existiera y le darás la importancia que se merece y, de alguna forma, aunque solo sea para ti, existirá. El stalker es un perfecto ejemplo de fe en un mundo devastado que ya no encuentra en qué creer. Se indigna ante la actitud  del escritor y del científico: arrogantes, siempre pidiendo explicaciones, nada conformistas. Él profesa la actitud de dejarse llevar y por eso los versos de Lao Tse quedan muy bien en su boca: 

El hombre cuando nace
es blando y débil,
y cuando muere
es duro y fuerte.

Las plantas cuando nacen
son blandas y delicadas, 
y cuando mueren
son secas y rígidas.

Por eso aquellos que son duros y fuertes
son compañeros de la muerte.
Los suaves y débiles son compañeros de la vida.

Por eso, 
siendo las armas fuertes, no vencen.
Y siéndolo los árboles, son aserrados.

Lo fuerte y lo grande están abajo.
Lo ligero y lo débil, arriba.