jueves, 23 de agosto de 2012

Diez frases pasivo-agresivas a evitar.


Nota introductoria: Este post es una traducción casi literal de un artículo publicado por la revista en línea Psychology Today, en noviembre de 2010. Considero que todos conocemos a alguien con las características aquí descritas y en muchas ocasiones nosotros mismos nos descubrimos comportándonos así. La intención no es psicologizar cada aspecto de la vida cotidiana —típica tendencia entre estudiantes de psicología—, sino más bien ampliar el entendimiento de nuestra conducta para mejorarla. Y sí, también se permite presumir ante otros ("¡Ahá, eso que estás haciendo es tan pasivo-agresivo!").




¿Hay alguien en tu vida que siempre te haga sentir como si estuvieras en una montaña rusa de emociones? ¿Conoces a alguna persona que sea amigable un día y al día siguiente se muestre enfurruñado? ¿Algún familiar o amigo procrastina, pospone, evita o hace de menos cualquier conversación que aluda a emociones? ¿Eres tú mismo en ocasiones esa persona? Si respondiste "sí" a cualquiera de estas preguntas es probable que estés interactuando con una persona pasivo-agresiva o mostrando tú mismo signos de comportamiento pasivo-agresivo.

El comportamiento pasivo-agresivo se define como una forma deliberada y enmascarada de expresar sentimientos encubiertos de ira (Long, Long & Whitson, 2008). Incluye una serie de comportamientos diseñados para vengarse de otra persona sin que esta reconozca la ira subyacente. Estas 10 frases pasivo-agresivas comunes pueden servir como un sistema de advertencia temprana para ayudarnos a reconocer hostilidad oculta dirigida hacia o desde nosotros. 


1. "No estoy enojado."

Negar los sentimientos de enojo es un comportamiento pasivo-agresivo clásico. En lugar de ser directos y honestos cuando se les pregunta sobre sus sentimientos, las personas pasivo-agresivas insisten en no estar molestas, aún cuando estén furiosos(as) por dentro. 

2. "Bien." / "Como sea."

Enfurruñarse y abandonar discusiones son estrategias primarias de las personas pasivo-agresivas. Ya que el comportamiento pasivo-agresivo es motivado por la creencia de la persona de que expresar ira directamente solo contribuirá a empeorar su vida (Long, Long & Withson, 2008), la persona pasivo-agresiva usa frases como "Bien" y "Lo que sea" para expresar ira indirectamente y para suprimir la comunicación emocionalmente honesta y directa. 

3. "¡Ya voy!"

Las personas pasivo-agresivas son conocidas por acatar pedidos u órdenes verbalmente, pero retrasar su cumplimiento a nivel comportamental. Si cuando le pides a tu hijo que limpie su habitación, él alegremente dice "Bueno, ya voy", pero luego no lo hace, es probable que esté practicando el fino arte pasivo-agresivo del acatamiento temporal. 

4. "No sabía que querías decir 'ahora mismo'".

Relacionado con lo anterior, las personas pasivo-agresivas son procrastinadores natos. Aunque a todos nos gusta posponer tareas de vez en cuando, las personas con personalidades pasivo-agresivas usan la procrastinación como una forma de frustrar a los otros y/o librarse de ciertas tareas sin tener que rehusarse directamente a llevarlas a cabo. 

5. "Quieres que todo sea perfecto."

Cuando la procrastinación no es una opción, una estrategia pasivo-agresiva más sofisticada es llevar a cabo las tareas puntualmente, pero de manera inaceptable o mediocre. Por ejemplo: 
  • Un estudiante entrega un deber desarrollado de forma poco rigurosa;
  • Una esposa prepara un bistec bien cocido, aún sabiendo que su esposo lo prefiere en término medio;
  • Un empleado gasta dramáticamente más de lo que el presupuesto para determinado proyecto le permite.

En todas estas instancias, la persona pasivo-agresiva cumple con un pedido particular, pero lo lleva a cabo de forma intencionalmente ineficiente. Cuando se la confronta, defiende su trabajo, contra-acusando a los otros de tener estándares perfeccionistas. 

6. "Pensé que ya lo sabías."

A veces, el crimen pasivo-agresivo perfecto tiene que ver con la omisión. Las personas pasivo-agresivas pueden expresar su ira de manera encubierta escogiendo no compartir información que podría prevenir un problema. Alegando ignorancia, esta persona defiende su falta, mientras disfruta del mal rato que hace pasar al otro. 

7. "Claro, con gusto."

¿Alguna vez has estado en una situación de servicio al cliente donde un empleado aparentemente preocupado o súper educado te asegura que tu problema será resuelto? En la superficie, este empleado es cooperador, pero cuidado con su sonrisa; detrás de cámaras está arrojando tus documentos a la basura o poniéndoles un gran sello que dice "NEGADO". 

8. "Lo has hecho muy bien para alguien con tu nivel de educación."

El cumplido con doble intención es el más elevado medio socialmente aceptado por el que la persona pasivo-agresiva te insulta hasta tu esencia. Si alguien te ha dicho alguna vez "No te preocupes, puedes ponerte frenillos aún a tu edad" o "Hay muchos hombres a los que les gustan las mujeres rellenitas", ya sabrás cuanta dicha nos trae un cumplido pasivo-agresivo. 

9. "Solo estaba bromeando."

Como los cumplidos con doble intención, el sarcasmo es una herramienta común de la persona pasivo-agresiva que expresa su hostilidad en voz alta, pero de forma indirecta y socialmente aceptable. Si caes en su trampa y te muestras ofendido, la persona pasivo-agresiva se pone en el papel de víctima, preguntando: "¿No puedes aguantar una broma? 

10. "¿Por qué te enojas?" / "¿Por qué te pones así?"

La persona pasivo-agresiva es un especialista en mantener la calma y fingir sorpresa cuando los otros, cansados de su hostilidad indirecta, estallan de ira. De hecho, estas personas disfrutan llevando a los otros hasta su límite para después cuestionar sus "reacciones exageradas". 

martes, 14 de agosto de 2012

Algunas anotaciones paranoicas sobre "La subasta del lote 49", de Thomas Pynchon.



Por fin me animé. Había postergado nuestro encuentro demasiado tiempo. Decidí que temerle solo contribuía a prolongar mi ignorancia. Después de varios intentos fallidos por superar la primera página con una idea concreta de lo que estaba pasando, decidí probar el método alternativo: solo leer, hacerlo por placer, disfrutar y dejarme llevar. Fue así como pasé a la segunda página y entonces la locura se desató. Y la locura duró mientras ese libro estuvo abierto. 

Honestamente, creo que esta reseña no tiene sentido. Para ser brutalmente franco y realista, dudo que cualquier reseña sobre el libro en cuestión tenga sentido. ¿Para qué escribirla entonces? Para quitarme esta fantasía de encima, obviamente. El Dr. Hilarius me sermonearía por esta blasfemia, nicht wahr?: 

¡No lo haga y trátela con amor! [...] ¿Qué otra cosa le queda? Sujétela bien por su minúsculo tentáculo, no permita que los freudianos se la arrebaten con zalamerías ni que los farmacéuticos se la eliminen a fuerza de pócimas. Sea cual fuere, cuídela con cariño, porque si la perdiese, por ese pequeño detalle sería usted como los demás. Y empezaría a dejar de existir. 
—Thomas Pynchon, LSDL49

Así es como el psicoanalista Hilarius un ex-nazi, ahora freudiano ortodoxo, motivado por la culpa le responde a la protagonista (Edipa Maas) cuando esta acude a él con la esperanza de que le confirme que todo lo que está viviendo no es más que una fantasía, un delirio paranoico atribuible a sus más profundas carencias y traumas infantiles. Como Edipa, el lector de LSDL49 se ve imbuido en una vorágine de acontecimientos y encuentros completamente descabellados que parecen salidos de un viaje con LSD-25 (el alucinógeno es mencionado en la novela). Esa es la analogía más perfecta que se me ocurre: LSDL49 como un viaje con LSD (la coincidencia de las siglas obedece a la traducción y no es más que incidental).

Repetiré algo que ya han dicho muchos porque no deja de ser cierto: LSDL49 es un libro enorme (y ya sabemos que, cuando se habla de libros, la enormidad no es directamente proporcional al número de páginas). Filtros de cigarrillo hechos con huesos humanos, psiquiatras nazis que provocan enfermedades mentales de manera experimental, una banda que quiere imitar y superar a los Beatles, grandes y decisivas batallas no registradas por la historia, un recorrido por la bahía de San Francisco en los 60's, una extraña compañía aeroespacial y una no menos extraña sociedad secreta infiltrada en el servicio de correos desde el siglo XV... Y paranoia, mucha paranoia. Todo eso y más en menos de 200 páginas.

   




Lo mejor de todo es que nunca sabemos cuál es la realidad de todo esto. ¿Se trata de una auténtica conspiración? ¿O quizás la última broma de Inverarity (el amante muerto de Edipa, quien la ha nombrado albacea de su herencia)? ¿Es posible que todo se desate porque Edipa comsumió LSD sin saberlo? (esto se me acaba de ocurrir releyendo las primeras palabras de la novela) ¿O es todo pura y simple paranoia? Lo cierto es que, pese a que la mitad del tiempo no sabemos qué rayos está ocurriendo, la narración es tremendamente adictiva. Pynchon se encarga de meternos en la piel de Edipa, convirtiéndonos en los investigadores de su intrincadísima y alucinante trama. Al final, el lector comprometido y valiente recibirá una recompensa por todo su esfuerzo; no logrará dilucidar el misterio lamento decepcionarlos, pero habrá sido iniciado en lo que uno de mis amigos llama la "Frecuencia Pynchon", y una vez dentro de ella, no querrá (y no podrá) salir.



P.D.: Para quienes se animen a emprender este viaje, sepan que sintonizar la Frecuencia Pynchon conlleva tantos placeres como peligros. Para no perderse, se han confeccionado numerosas guías. He encontrado esta muy útil por tener anotaciones para las referencias de cada página:
P.P.D.: Esta reseña fue escrita con tres discos de Bob Dylan como música de fondo. Creo que también sería un excelente soundtrack para acompañar la lectura de LSDL49. 

P.P.P.D.: REINE EL SILENCIOSO TRISTERO OTRO SIGLO.





"WHY SHOULD THINGS BE EASY TO UNDERSTAND?"

                                                                                          —Thomas Pynchon


viernes, 3 de agosto de 2012

DFW sobre la ficción y la soledad.


"La ficción es una de las pocas experiencias en donde la soledad puede ser tanto confrontada como aliviada. Las drogas, las películas con cosas que explotan, las fiestas ruidosastodas ellas ahuyentan a la soledad haciendo que olvide que mi nombre es Dave y que vivo en una caja de huesos de uno por uno en la que ninguna otra fiesta puede penetrar. La ficción, la poesía, la música, el sexo realmente serio y profundo, y, de varias formas, la religión estos son los lugares (para mí) en donde la soledad es aprobada, contemplada, transfigurada, tratada."
David Foster Wallace

 

"Otras inquisiciones" como novela involuntaria (y como blog arcaico).



Oficialmente, técnicamente, Otras inquisiciones es un libro de ensayos; un recopilatorio de las disquisiciones de Borges sobre sus temas favoritos: la metafísica, la historia y la literatura. Hasta aquí, todos de acuerdo. Introduzco una interpretación radical: ¿Qué tal si el más famoso libro de ensayos del maestro fuera en realidad una novela velada, velada incluso para el mismo Borges, quien siempre manifestó su desconfianza por ese género?

La idea no es mía. Hace más o menos un mes leí el artículo La novela involuntaria, de Aníbal Jarkowski. El nuevo enfoque que ahí se le da a la colección de ensayos de Borges me inquietó al punto de ponerme a leer inmediatamente el libro. De acuerdo a la interpretación de Jarkowski, el protagonista, un tal Borges (quien revela su identidad en la última línea) comentaría sus impresiones y razonamientos fruto de las lecturas que va realizando a lo largo de cierto período de tiempo. La trama es así de sencilla: un lector se sienta, lee, piensa y escribe. Son las reiteraciones en cuanto a nombres (Kafka, Pascal, Quevedo, Kipling, Coleridge, Chesterton, Shaw), líneas, citas, alegorías y metáforas las que nos hacen pensar en el autor como un personaje, y en lo que escribe como capítulos acumulativos de una narración coherente, de una cronología: la de su pensamiento. Al final hasta nos encontramos con un epílogo, menos común en los ensayos que en las novelas.

Hay que admitir que la idea es plausible, pero, sobre todo, atractiva: Borges escribiendo, a lo largo de 15 años y sin saberlo, la novela que nunca quiso escribir. Creo que le habría gustado que alguien se lo hiciera notar; lo imagino soltando una carcajada. El mérito no es editorial, pues fue él quien eligió los textos que compondrían la colección que terminó titulándose Otras inquisiciones. Eligió voluntariamente esos ensayos, pero aparentemente, esa voluntad obedecía a otra voluntad: la de la Literatura.

Tras haber leído el libro de principio a fin, compruebo que este amplio muestrario de la erudición y el genio del maestro podría ser visto aún desde otra perspectiva. Preferiría no exponer esta idea, por repulsiva, pero no puedo evitarlo: si Borges fuera nuestro contemporáneo y si, hipotéticamente, se hubiera dejado arrastrar por la revolución tecnológica, y si, de nuevo, hipotéticamente, tuviera un blog, este se llamaría "Otras inquisiciones" (¡qué nombre tan bello para un blog!) y todos esos magníficos ensayos serían sus posts. Posts, por otra parte, plagados de links externos, para paliar nuestra tremenda ignorancia frente a sus incontables referencias (claro que seríamos redirigidos a la odiosa e incorrecta Wikipedia, en lugar de la Encyclopaedia Britannica).

No quiero seguir, pero la idea de este Borges moderno empieza a hacerse divertida: si tuviera una cuenta en alguna red social, esta sería Goodreads: 30.000 libros leídos y contando (ya le haría competencia a ese otro hipotético y excéntrico muchachito llamado Sabato). Quizá también, muy de vez en cuando, usaría Twitter, iluminando con sus aforismos a sus escasos pero fieles seguidores. Facebook no, de ninguna manera. Basta, no sigo, no más. No quiero ofender la memoria del maestro ni ganarme, como ya les ha sucedido a otros, el desprecio de María Kodama. Solo era un torpe ejercicio de imaginación.