lunes, 16 de abril de 2012

Media broma: impresiones tras la lectura de la (casi) mitad de "La broma infinita".

La broma infinita, aunque obviamente es finita, le hace honor a su título en la medida en que uno cree avanzar y tras leer dos horas seguidas se da cuenta de que en realidad no ha avanzado prácticamente nada. No puedo creer que en un mes y medio no haya llegado ni a la mitad. Es verdad que mi ritmo de lectura no ha sido el usual, pero de todas formas, pensar que me falta un 56% es muy desalentador. Son 1404 páginas en la versión de mi lector digital, y cada página es doble (se repite su numeración dos veces) debido al tamaño de la pantalla del lector (un nook de primera generación). La sección de "Notas y erratas" empieza en la página 1241, así que en mi cálculo personalizado, cuando llegue a la 1240 habré terminado el libro, dado que las notas al final se leen a medida que van apareciendo. La gente que formó parte del proyecto Infinite Summer, se propuso leer el libro en 3 meses, a un ritmo de 75 páginas semanales. Cuando empecé, me dije que eso era demasiado lento para mí. Ingenuo, yo: no sabía a lo que me enfrentaba. 

Como toda novela que intenta ser total (o cuya extensión en grosor excede los 6 cm.), tiene sus altos y bajos. Durante los altos, mi ritmo se acelera y puedo leer entre 40 y 50 páginas por día. Un buen ejemplo de esto son  las tomas fragmentadas de la larga conversación nocturna que se desarrolla sobre una montaña con vista a la ciudad de Tucson entre Marathe y Steeply, las muy detalladas reuniones de los AA de Boston (la comprensión de la naturaleza de la adicción por parte de Wallace es magnífica), o las conversaciones telefónicas entre Hal y Orin Incandenza. Durante los bajos, por otro lado, me cuesta mucho leer apenas 10 páginas, y a veces desearía saltarme esa sección que me frena. En otras ocasiones, uno se encuentra leyendo con un buen ritmo y de buena gana y de pronto aparece una nota al final con una extensión excesiva (a veces 10 o 15 páginas, y hay que recordar que la letra de las notas es diminuta), que versa sobre temas totalmente ajenos a lo que se estaba leyendo y en lugar de aclarar algo, nos desvía y desorienta completamente. También entonces quisiera olvidarme de esas notas y seguir leyendo. Por supuesto, no lo hago, porque en mi iniciación a la lectura de este monstruo se me advirtió que, pase lo que pase, debía confiar en Wallace hasta el final. Y no puedo decir que me haya defraudado hasta ahora, pese a todo. 

Uno extraña (¿añora?) otras lecturas, otras emociones. Habría leído 4 o 5 libros en el tiempo que me ha tomado leer menos de la mitad de este. Varias veces me he sentido tentado por dejarlo un rato y descansar un poco de él con la lectura de un libro fugaz (a la manera en que uno le pide a una novia que "nos-demos-un-tiempo", y sale a buscar otras sensaciones en breves aventuras de una noche). Aún no lo he hecho, pero no descarto la posibilidad. Imagino que este era el objetivo de Wallace al escribirlo: crear un objeto descomunal de entretenimiento que te tuviera pegado a él por mucho tiempo, absorbiéndote, burlándose de ti mientras lees en él cómo otros, iguales a ti, se pierden en entretenimientos similares. 

Si escribo ahora, es quizás porque atravieso una crisis al empezar a sospechar que estoy perdiendo mi tiempo. No veo hacia dónde pueda ir la trama de esta novela (si es que hay una) y me veo a mí mismo como sentado en una sala de cine, solo, viendo pasar imágenes tras imágenes, personajes tras personajes, y no hay proyeccionista; la cinta parece no acabarse nunca. El proyeccionista podría no ser necesario y entonces el espectáculo soy yo mismo, mientras veo esa cinta sin principio ni fin. Uno empieza a incomodarse. Uno quiere salir corriendo de la sala y exigir que le devuelvan su dinero. Esta metáfora es robada de la misma novela, cuando se explica una de las películas del Dr. James Incandenza, "La broma". Esa es la dinámica en la que me veo inmerso y, sin embargo, pese a la incomodidad y a la sensación de estafa, pese a sentirme objeto de una burla, de una pesadísima broma, quiero seguir ahí. Supongo que me ha atrapado, que he caído, y a estas alturas no queda más que dejarse llevar...

Diseño de Cody Hoyt inspirado en "La broma infinita". Es muy entretenido buscar todas las alusiones a la novela en él. 




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