viernes, 3 de agosto de 2012

"Otras inquisiciones" como novela involuntaria (y como blog arcaico).



Oficialmente, técnicamente, Otras inquisiciones es un libro de ensayos; un recopilatorio de las disquisiciones de Borges sobre sus temas favoritos: la metafísica, la historia y la literatura. Hasta aquí, todos de acuerdo. Introduzco una interpretación radical: ¿Qué tal si el más famoso libro de ensayos del maestro fuera en realidad una novela velada, velada incluso para el mismo Borges, quien siempre manifestó su desconfianza por ese género?

La idea no es mía. Hace más o menos un mes leí el artículo La novela involuntaria, de Aníbal Jarkowski. El nuevo enfoque que ahí se le da a la colección de ensayos de Borges me inquietó al punto de ponerme a leer inmediatamente el libro. De acuerdo a la interpretación de Jarkowski, el protagonista, un tal Borges (quien revela su identidad en la última línea) comentaría sus impresiones y razonamientos fruto de las lecturas que va realizando a lo largo de cierto período de tiempo. La trama es así de sencilla: un lector se sienta, lee, piensa y escribe. Son las reiteraciones en cuanto a nombres (Kafka, Pascal, Quevedo, Kipling, Coleridge, Chesterton, Shaw), líneas, citas, alegorías y metáforas las que nos hacen pensar en el autor como un personaje, y en lo que escribe como capítulos acumulativos de una narración coherente, de una cronología: la de su pensamiento. Al final hasta nos encontramos con un epílogo, menos común en los ensayos que en las novelas.

Hay que admitir que la idea es plausible, pero, sobre todo, atractiva: Borges escribiendo, a lo largo de 15 años y sin saberlo, la novela que nunca quiso escribir. Creo que le habría gustado que alguien se lo hiciera notar; lo imagino soltando una carcajada. El mérito no es editorial, pues fue él quien eligió los textos que compondrían la colección que terminó titulándose Otras inquisiciones. Eligió voluntariamente esos ensayos, pero aparentemente, esa voluntad obedecía a otra voluntad: la de la Literatura.

Tras haber leído el libro de principio a fin, compruebo que este amplio muestrario de la erudición y el genio del maestro podría ser visto aún desde otra perspectiva. Preferiría no exponer esta idea, por repulsiva, pero no puedo evitarlo: si Borges fuera nuestro contemporáneo y si, hipotéticamente, se hubiera dejado arrastrar por la revolución tecnológica, y si, de nuevo, hipotéticamente, tuviera un blog, este se llamaría "Otras inquisiciones" (¡qué nombre tan bello para un blog!) y todos esos magníficos ensayos serían sus posts. Posts, por otra parte, plagados de links externos, para paliar nuestra tremenda ignorancia frente a sus incontables referencias (claro que seríamos redirigidos a la odiosa e incorrecta Wikipedia, en lugar de la Encyclopaedia Britannica).

No quiero seguir, pero la idea de este Borges moderno empieza a hacerse divertida: si tuviera una cuenta en alguna red social, esta sería Goodreads: 30.000 libros leídos y contando (ya le haría competencia a ese otro hipotético y excéntrico muchachito llamado Sabato). Quizá también, muy de vez en cuando, usaría Twitter, iluminando con sus aforismos a sus escasos pero fieles seguidores. Facebook no, de ninguna manera. Basta, no sigo, no más. No quiero ofender la memoria del maestro ni ganarme, como ya les ha sucedido a otros, el desprecio de María Kodama. Solo era un torpe ejercicio de imaginación.



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