jueves, 10 de noviembre de 2011

Sobre el arte de robar libros.


Ya no hay duda: me he convertido en un bibliocleptómano. Cuando comencé, creí que sería algo de una sola vez, que robaría ese libro ("La vuelta a la historia en cincuenta frases" de Helge Hesse) y que mi carrera como ladrón cultoso terminaría. No fue así. Ya no puedo entrar a una librería sin empezar a idear inmediatamente las posibles formas de salir con el libro que quiero sin ser detectado. Ahora que la cantidad de libros robados en mi modesta biblioteca personal supera la docena (cantidad insignificante comparada con los 52.000 robados por Duncan Jevons, detenido en 1995, maestro de maestros), creo que es hora de buscar culpables. Son solo dos: Roberto Bolaño ("Lo bueno de robar libros -y no cajas fuertes- es que uno puede examinar con detenimiento su contenido antes de perpetrar el delito.") y el siguiente documento, encontrado por ahí hace ya bastante tiempo, el cual transcribo íntegro y sin modificaciones. 


“BREVE MANUAL PARA ROBAR LIBROS Y NO SENTIR REMORDIMIENTO”



I.- ¿POR QUÉ ROBAR UN LIBRO?  
(Parte deontológica en el fino arte del hurto a las librerías)


Un libro es como un hijo para quien lo ha escrito. El autor siempre se queja que cuando alguien roba su libro y no lo compra, él está perdiendo; pero desde el momento en que lo saca a la calle y lo pone a la venta, ese vínculo de consanguinidad literaria se rompe. ¿Cómo puede alguien vender un hijo y rebajarlo con un descuento para lograr que se lo lleven? El libro es de quien lo lee, así sea transitorio y fugaz este elemental acto. La posesión bibliográfica es un derecho que legitima la forma en que se obtiene.
Nunca se debe robar un libro si no es para leerlo y darle una utilidad intelectual. Eso es lo que hace la diferencia entre un ladrón vulgar y un ladrón de libros. Aquel es visto con morbo por la sociedad en la nota roja de los periódicos cuando es atrapado por la policía, éste es juzgado exclusivamente por la historia.
Un ladrón de libros siempre es culto. Por eso el primer reto es saber qué libro robar. Nunca se deben escoger por ser los más fáciles o los más pequeños, porque estén a la mano o porque tengan el precio más caro, no, entre el libro y quien lo roba debe existir una relación directa e inequívoca de necesidad: una necesidad académica (para preparar un examen o aprobar un curso), una necesidad intelectual (para tener derecho a participar en una tertulia, en una buena conversación, en un debate escolar), una necesidad emocional (hay libros, como las mujeres, que desde la primera vez que los miras te llaman la atención) o bien una necesidad sentimental (para poder ganarse el beso impoluto de la mujer pretendida), aunque esto sólo se aplica en los libros de poesía.
De ahí que lo peor que le pueda ocurrir a una librería es ser visitada frecuentemente por un joven, escaso de dinero, basto de emociones y con unas ganas inmensas de amar y leer.
Hay un código no escrito que tuvo auge en la primera mitad del Siglo XX, establece que no hay que sustraer ningún libro de aquellas librerías que acaban de abrir sus puertas, por lo menos en los primeros doce meses en tanto recupera el capital invertido; a esa acción se le conoce en el argot de los ladrones de libros como “año de gracia”. Por el contrario, cuando las librerías cumplen una década, cincuentenario, centenario, sesquicentenario o celebran cualquier jubileo, sus libros son cotizados altamente en este ambiente.
Ese código también establece: Nunca robes un libro de texto gratuito ni te burles de un librero cuyo negocio has visitado varias veces. Nunca platiques tus actividades después de 10 años. Nunca robes por encargo. Nunca robes un segundo libro si no has acabado de leer el primero.



II.- ¿CÓMO ROBAR UN LIBRO?


a) SOLITARIAMENTE.- Son tres las palabras que la escuela clásica recomienda tener presente a los iniciados en esta materia: serenidad, prudencia y habilidad. Aunque hay una corriente contemporánea (conocida como escuela urbana o escuela del profesor Enrique) que añade un cuarto elemento: cinismo. Lo cierto es que más de un neófito que no ha tomado en cuenta estos puntos, ha ido a parar a la Comisaría. El ladrón de libros debe ser superior siempre a los ojos del policía, de la persona que atiende tras el mostrador, de la cajera, e incluso de las cámaras filmadoras. Desde el momento en que entra a la librería y sabe su propósito, debe saberse superior psicológicamente a todos los que están dentro.
Nunca se debe robar en la primera vez que se visita una librería. Si se logra hacer es suerte, no es técnica, y un buen ladrón de libros no depende del azar.
La “naturalidad” que muchos llaman “sangre fría” es una cualidad genética que no se aprende robando libros de teatro o de política para leerlos; sin embargo controlar los nervios cuando se está frente al dueño del establecimiento o al pasar junto al policía también es una cuestión de disciplina mental.


b) EN CONJUNTO.- El hurto organizado es válido pero demerita mucho la obtención natural del libro. Un buen ladrón, aún en sus peores épocas de estudiante, nunca robará acompañado.
Si se recurre a este método, uno hará el trabajo y el otro servirá como señuelo o “factor de distracción”. Sólo se requiere de coordinación y adoctrinamiento previo, sobre todo cuando uno de los dos que participan está en su camino iniciático y siente “pánico escénico” o se le nota obnubilado. Portando la ropa adecuada, un libro puede ser ocultado en 2 segundos, de acuerdo al estándar internacional aprobado allá por la década de los sesenta.
En cuanto a jurisdicción o competencia, afortunadamente las librerías no son territorio de nadie y el libro es de quien llega primero a él.



III.- ¿DÓNDE ROBAR UN LIBRO?


a) LIBRERÍAS.- Son los lugares idóneos. Toda librería tiene siempre un “lado débil” o “punto ciego”, en las primeras incursiones se debe encontrar este “punto ciego” y lo demás es cuestión de seguir el procedimiento. Cuando el librero está a la ofensiva y tiene experiencia en el contra ataque, pondrá un rincón aparentemente no vigilado, a manera de trampa o “caza-bobos” para que el novato sea presa de su propia inexperiencia.
Es necesario, para “legitimar” la constante presencia en las librerías y no despertar sospechas entre los empleados, adquirir de vez en cuando un ejemplar, siempre de bajo costo. La antigua recomendación que daban los grandes maestros es a razón de un libro comprado por cada cinco libros robados. Esta proporción nunca fue aceptada por las siguientes generaciones.


b) BIBLIOTECAS DE AMIGOS, PARIENTES Y CONOCIDOS.- Lo difícil aquí es encontrar alguien que tenga una biblioteca con buenos libros. Generalmente se les da por comprar sólo enciclopedias y colecciones de mal gusto que nunca leen. Como dijo Emilio Abreu Gómez, gran maestre de la Orden de Visitadores Nocturnos de Bibliotecas, a su paso por las aulas de la Escuela Nacional Preparatoria: “El mundo está lleno de libros malos que parecen buenos”. En el caso de las bibliotecas que tienen en su despacho los abogados, generalmente están llenas de libros que compraron durante su carrera y que nunca vuelven a consultar, de tomos de jurisprudencia y leyes que no siempre están actualizadas.


c) BIBLIOTECAS PÚBLICAS.- Aunque pareciere la excepción de la regla, las bibliotecas públicas requieren de un minucioso examen previo, no tanto por las medidas de seguridad (que siempre son deficientes en todos los edificios del gobierno) sino para justipreciar la verdadera necesidad de sustraer el libro. Cuando un buen libro nunca es consultado por los usuarios y permanece como invitado desconocido en los libreros, está pidiendo a gritos que se lo lleven. Un libro fallece cuando permanece estático como simple adorno.


d) FERIAS DE LIBROS.- Cuando raramente se organiza una buena feria, se deberá aprovechar las horas de mayor concurrencia, utilizando por lo general la técnica del “deslizamiento de mano” que por no ser visual, confunde a los que vigilan y facilita la tarea. El desorden natural en la organización de todas las ferias de libros en México (o cualquier país latinoamericano, realmente), genera las condiciones óptimas para incrementar el haber. Un librero siempre perderá ante una multitud que pide, pregunta, hojea, toca y compra al mismo tiempo.



IV.- ¿CUÁNDO HAY QUE DEJAR DE ROBAR? 
La teoría y los viejos cánones señalan que en el fin de la carrera está la consagración, es decir, todo buen ladrón de libros se retira cuando ya percibe un ingreso que le permite comprar una obra, o cuando no teniéndolo aún, ya no siente la necesidad de que se habló en el punto uno de este documento.
A lo largo de la historia se ha visto que esto no siempre es posible, porque hay algo que no tiene que ver con el ingreso económico. La necesidad de robar se puede volver una adicción y eso siempre genera problemas. Un buen ladrón de libros no se junta con un bibliocleptómano, pero es su deber ayudarlo en su readaptación, si fuere requerido para ello. Se sabe que a la fecha se han readaptado profesores, escritores, investigadores, jueces y abogados que hoy gozan de prestigio en su profesión, y que antaño fueron jóvenes talentos en el latrocinio a librerías. Cabe señalar, aunque no venga al caso, que un ladrón de libros no es amigo de aquellos que piden prestado un libro y dolosamente no lo devuelven. Esa manera de adquirir libros es mal vista en este ambiente. No devolver un libro que se pide o se ofrece es un absurdo que pone en evidencia al que abusa de la confianza.


V.- ¿CÓMO CURARSE DE LA BIBLIOCLEPTOMANÍA?


Robar libros nunca debe confundirse como un entretenimiento, una prueba de valor personal, un negocio o motivo de apuesta. Provocado por una necesidad intrínseca, se convierte en arte, nunca en enfermedad. Cuando una persona no puede contener su impulso de hacerse de libros, debe curarse, sometiéndose a un tratamiento de acuerdo a los siguientes pasos:

Hasta aquí llega el documento. Se entenderá y se justificará entonces mi incapacidad para dejar de hacerlo; la cura me ha sido vedada. Si alguien ha encontrado la parte faltante o conoce alguna solución para la irrefrenable compulsión, hágamelo saber. Mientras, seguiré vagando por las librerías y bibliotecas de las ciudades que visito, ávido de lecturas, haciéndome con más y más libros sin pagar un centavo y sin sentir un ápice de remordimiento. Que Bolaño se apiade de mí y perdone mis pecados. 

13 comentarios:

  1. Nos hemos cruzado jaja justamente en la madrugada de hoy hice mención a esto de robar libros, bajo el ejemplo de Bolaño en mi blog. Puede que mi campo de acción no sean las librerias, pero desde ayer me han entrado los deseos de llevarme libros de la biblioteca de mi universidad, bajo el método de papel aluminio. Lo que tengo que hacer ahora es encontrar una lista de libros "adquiribles" unos por los que este dispuesto a hacer el proceso. De cajón están aquellos libros que no se han sacado en años, por ejemplo Bajo el Volcán fue por última vez pedido en el 2002. Esos son libros que piden a gritos que me los traiga a mi casa, también están todos los libros que tengan varias ediciones, por ejemplo 62 modelo para armar que existen tres, no creo que los futuros lectores cortazianos lo hechen en falta y por último están los libros únicos, aquellos a los cuales solo puedo tener acceso en la Universidad, como la obra completa de Dalí un libro fantástico realmente que seguramente cuesta un dineral y solo esta disponible para consulta dentro de la biblioteca, o ciertos libros que quisiera tener de lleno, por ejemplo Obras Completas de Kafka... o las obras que tienen de Bolaño que yo no poseo como Monsieur Pain o Estrella Distante que ocuparían un bonito lugar en mi librero al lado de las otras obras de Bolaño que tengo, el mismo nos autoriza a esto:

    A propósito, yo sé que mis novelas son muy caras (...) Por eso les aconsejo a mis pocos, pero fieles lectores, que las roben.

    Pero siempre está presente el hecho de que al tener el primer libro impune en mi biblioteca -que pensándolo puede ser 62 modelo para armar-, el deseo de conseguir otros se me haga inevitable y empiece la bibliocleptomanía en mi. De todas formas hecharía la culpa a Bolaño

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  2. He d decir una cosa. Desde k leí tu articulo hace un año robe como veinte libros. He robado libros únicos, sagas, libros gordisimos. Tu articulo me ha inspirado. Muchas gracias. Tengo mi estante a rebosar. Un saludo

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  3. como se roban de bibliotecas sin q pite?

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  4. Respuestas
    1. "Los libros son presos políticos: hay que liberarlos" decía un profesor, justificando los libros que había sustraído de una biblioteca pública durante su temporada de estudiante.

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  5. Sin animo de ofender, me parece muy inocuo el intento de justificacion de tu proceder.
    Si quieres un buen libro, trabaja por el, no seas un vago
    Y jamas robes a la biblioteca publica eso es para despreciables

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  6. Yo hoy mismo robé un pack de dos libros de 94€.
    Me ha gustado tu artículo.

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  7. Tengo 3.000 libros en mi biblioteca privada y a lo menos 1.000 son robados por mi, en mi biblioteca son queridos, aseados y reparados y lo más importante APRECIADOS.

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  8. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  9. Llegué hasta acá justamente por lo que Roberto Bolaño mencionaba en sus entrevistas. Parece que esta práctica de robar libros es más común de lo que parece, creo que lo voy a intentar un día de estos xD

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  10. Yo he robado en una biblioteca de la que soy socia. Entre la elección de libros que llevo legalmente al mes, cada tanto se desliza algún ejemplar que desee mucho.
    Me da mucha pena esos libros que no son retirados hace añares. Merecen ser leídos y atesorados.

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  11. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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